Con el reciente y creciente avance tecnológico, nuestra privacidad se ve reducida cada vez más. Ya no es simplemente el hecho de compartir nuestro estado de humor o publicar fotos de nuestras experiencias para poder "presumirle" al mundo lo que vivimos.
Hace unos cuantos años, era muy común tener que llevar nuestra acta de nacimiento o nuestra clave única de registro para poder identificarnos como personales físicas (o reales), pero ahora es muy normal que se nos haga un mini interrogatorio sobre todas las referencias cruzadas, con que personas tenemos parentesco o aquellas con las que tuvimos alguna relación, lugar de residencia y anteriores residencias. Todo esto suena de lo más normal, porque nos hemos acostumbrado a vivir con este tipo de preguntas, y poco a poco perdemos la noción de donde termina nuestra privacidad.
Ahora bien, con el boom de las redes sociales la poca privacidad que teníamos hace unos cuantos años, se ve casi cortada de tajo cuando uno como "usuario" admite un tanto inconsciente regalar su información personal para poder hacer uso de un servicio "gratuito". Uno piensa que cuando las famosas apps que utilizamos todos los días nos ponen la leyenda de "aplicación gratuita" siempre relacionamos esto con entregar dinero o el uso de una tarjeta bancaria, y olvidamos que pagamos estos servicios con "nuestra información personal".
El punto interesante es, ¿donde están nuestros datos?.
Lo que muy pocos usuarios (y no me agrada mucho usar este término) saben es que sus datos personales son vendidos por las compañías que nos brindan estos servicios gratuitos. Pero muchos se preguntarán ¿cuánto valen mis datos personales?, generalmente al no ser una persona famosa o con un cargo laboral importante tenemos la percepción un tanto errónea de que somos una insignificante parte de este loco mundo.
Nada más alejado a la realidad, porque todos nosotros como "usuarios" somos los que les damos la materia prima con la cual estas empresas trabajan, y así poder saber que productos y servicios ofrecernos, para tenernos en esta burbuja materialista donde el consumidor se vuelve un "consumidor insatisfecho".
En el siguiente programa, traemos datos interesantes y buscamos una conclusión interesante sobre esta digitalización humana.
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